Quienes somos
Somos los hijos de la generación del ´70. Pasamos nuestra niñez en el medio de una balacera, que no habíamos elegido.
Pasamos nuestra adolescencia en medio de la represión del proceso.
Nos enviaron a la guerra en Malvinas y, sin saberlo, nuestros muertos fueron la razón para echar, ya no a los ingleses, sino a los militares, que nunca más volvieron.
Hemos aprendido a convivir, a considerar como regla, la inestabilidad económica de los últimos 40 años.
Somos ciudadanos del mundo, tenemos conciencia de la importancia relativa de nuestro país en el planeta y de la necesidad de pensar nuestro futuro en el marco de tendencias globales.
Somos la última generación que llevará en su memoria el contraste entre una dictadura y la democracia.
Hemos sido víctimas de la violencia, la intolerancia, los liderazgos mesiánicos, de las causas “trascendentes” que justificaban la muerte, propia y ajena.
Por eso reivindicamos el valor supremo de la vida, la paz, la tolerancia, la diversidad de opinión, la libertad.
Adónde vamos.
Aprendimos que la democracia no puede prescindir de nosotros, que tenemos mucho para aportar. Y que tenemos la obligación de hacerlo.
Por eso, en el 2001, no nos fuimos del país.
Somos sensibles con los que sufren y tenemos el conocimiento y la fortaleza necesaria para vencer las adversidades.
Sabemos que hoy es tiempo de construir más puentes que paredes.
No aceptamos ni aceptaremos la antinomia en la que nos quieren embarcar en la política de hoy.
En la intolerancia se encuentra en el origen del odio. Si no es detenida a tiempo, puede tener consecuencias que los argentinos hemos conocido muy bien en el pasado.
Hemos aprendido que en democracia es imposible calificar a quien piensa distinto como enemigo. La violencia, verbal o física, son el único enemigo.
La democracia es un lugar para construir alternativas políticas proviniendo de sectores diferentes en el que se puede llegar a la concreción de los objetivos mediante consensos y no desplazando al que piensa distinto.
Queremos vivir en una sociedad abierta, plural, con plena vigencia de los Derechos Humanos.
El desconocimiento y el menosprecio de estos derechos han originado actos de barbarie en el pasado argentino, ultrajantes para la conciencia de toda la humanidad.
Queremos un país en el que los seres humanos, librados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias.
Somos los hijos de la generación del ´70. Pasamos nuestra niñez en el medio de una balacera, que no habíamos elegido.
Pasamos nuestra adolescencia en medio de la represión del proceso.
Nos enviaron a la guerra en Malvinas y, sin saberlo, nuestros muertos fueron la razón para echar, ya no a los ingleses, sino a los militares, que nunca más volvieron.
Hemos aprendido a convivir, a considerar como regla, la inestabilidad económica de los últimos 40 años.
Somos ciudadanos del mundo, tenemos conciencia de la importancia relativa de nuestro país en el planeta y de la necesidad de pensar nuestro futuro en el marco de tendencias globales.
Somos la última generación que llevará en su memoria el contraste entre una dictadura y la democracia.
Hemos sido víctimas de la violencia, la intolerancia, los liderazgos mesiánicos, de las causas “trascendentes” que justificaban la muerte, propia y ajena.
Por eso reivindicamos el valor supremo de la vida, la paz, la tolerancia, la diversidad de opinión, la libertad.
Adónde vamos.
Aprendimos que la democracia no puede prescindir de nosotros, que tenemos mucho para aportar. Y que tenemos la obligación de hacerlo.
Por eso, en el 2001, no nos fuimos del país.
Somos sensibles con los que sufren y tenemos el conocimiento y la fortaleza necesaria para vencer las adversidades.
Sabemos que hoy es tiempo de construir más puentes que paredes.
No aceptamos ni aceptaremos la antinomia en la que nos quieren embarcar en la política de hoy.
En la intolerancia se encuentra en el origen del odio. Si no es detenida a tiempo, puede tener consecuencias que los argentinos hemos conocido muy bien en el pasado.
Hemos aprendido que en democracia es imposible calificar a quien piensa distinto como enemigo. La violencia, verbal o física, son el único enemigo.
La democracia es un lugar para construir alternativas políticas proviniendo de sectores diferentes en el que se puede llegar a la concreción de los objetivos mediante consensos y no desplazando al que piensa distinto.
Queremos vivir en una sociedad abierta, plural, con plena vigencia de los Derechos Humanos.
El desconocimiento y el menosprecio de estos derechos han originado actos de barbarie en el pasado argentino, ultrajantes para la conciencia de toda la humanidad.
Queremos un país en el que los seres humanos, librados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias.
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