Corría el año 1993, o quizás 1994 –no soy bueno para las fechas, pero como decía Borges, no importa, son sólo una convención– y ya había leído que Internet era un medio de comunicación fantástico que permitía intercambiar información sin barreras geográficas, en tiempo real y a muy bajo costo.
Usuario de computadoras desde muy pequeño –Commodore 64, 128, Spectrum, Texas Instrument y clones de Apple II– empecé a buscar maneras de conectarme al nuevo mundo. Ya se vivía la era PC y me encontraba haciendo un enorme esfuerzo por renovar mi XT por una modernísima AT, que utilizaba para programar en clipper un software de administración de la oficina de seguros de mi padre. Tenía que justificar mi sueldo de hijo…
Conseguí un módem externo Hayes de máxima velocidad: 2.400 baudios, que luego fue reemplazado por uno de 9.600.
Sabía que había muchos servicios en Internet con muchos nombres que para un economista recién recibido sonaban, como todo lo referente a tecnología, a ciencia ficción: BBs, UUCP, Ftp, http, whois, newsgroups, IRC y otros tantos que ya no recuerdo, pero que visto en perspectiva tenían el mismo valor que hoy tienen los blogs, el surfeo, los fotologs o la voz sobre IP.
Empecé con el correo electrónico y, al poco tiempo de búsqueda, entendí que la única manera de conectarse en Argentina era desde la Universidad de Buenos Aires.
Hacia 1985, un grupo de ciudadanos dentro del departamento de computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales la había conectado. En 1993, se creó dentro de la UBA el Centro de Comunicación CCC, a fin de implementar una red que conectara a toda la Universidad. En abril de 1994 empezó a funcionar el primer enlace de alta velocidad de Argentina, y más de 800 instituciones en todo el país ya estaban en red. A finales de ese año el Estado argentino comenzó un proyecto llamado RIU –Red de Interconexión Universitaria– para que todos los centros académicos contaran con enlaces de alta velocidad.
El 26 abril de 1995 se lanzó la primera oferta comercial de Internet en Argentina, STARTEL, una empresa que compartían Telefónica y Telecom.
Al poco tiempo se lanzaron otras empresas que empezaron siendo BBS, Buletin Board Systems, comerciales a las cuales uno se podía conectar y chequear vía UUCP el correo electrónico, ¡qué emoción! Los Pinos II y Satlink eran las mejores opciones. Opté por el primero y obtuve mi primera dirección de e-mail: gonberra@pinos.com.
Claro, era todo muy bueno, pero la hora de conexión costaba más de $30 de entonces, calculo que unos $100 si los ajustamos por inflación, a los que había que sumarles el costo del teléfono y las palabras poco amigables de los que querían utilizar el teléfono en casa. ¡Era imposible!
Envié mi primer e-mail utilizando un FX UUCICO, que era un módulo de transporte para DOS "Waffle" desarrollado por un argentino, Jorge Cwik, el más popular de la época en el país, famoso en el mundo.
El Waffle a su vez, era una implementación del protocolo "UUCP" o Unix-To-Unix Control Protocol, que se usaba para la transferencia de e-mails en ambientes offline, donde no se podía usar el SMTP. La ventaja principal del "FX" era que traía un protocolo de transmisión nuevo que tenía las siguientes ventajas:
- Podía recuperar una conexión caída, iniciando la transferencia desde donde se cortó, sin pérdida de datos.
- Estaba preparado para líneas de alto delay, como eran las comunicaciones telefónicas internacionales de entonces, ya que eran satelitales. Para esto implementaba el protocolo "g" del stack UUCP.
Estas dos características eran necesarias para cualquier BBS en aquel momento, ya que toda la transferencia de e-mails se hacía vía telefónica.
Navegar seguía siendo muy caro y el servicio no era muy bueno, ya que Startel se había peleado con el resto de Internet argentina y filtraba todo lo que no provenía de alguna subred propia.
La opción que probé era utilizar call back a USA y conectarme a algún proveedor norteamericano.
Me suscribí, no sin dificultades operativas, a Compuserve y finalmente navegué con mi Netscape.
Era lento y caro, pero tenía el mundo en la punta de mis dedos…
Unos años más tarde, después de montar el primer sitio de Latinoamérica de un partido político, el de la Unión Cívica Radical, hicimos cuentas con unos amigos y llegamos a la conclusión de que si juntábamos 50 clientes, podríamos tener nuestra propia conexión a Internet gratis, rápida y confiable. Financiaríamos nuestro emprendimiento con el dinero que ahorraríamos al no pagar a ningún proveedor.
Con ese plan de negocios, fondeado por 5 cuotas de $600 de cada uno de los 5 socios iniciales, pusimos en marcha Netizen, uno de los primeros proveedores de Internet de la Argentina en el año 1997, de la cual fui Gerente General hasta fines de 2003.
Pero esa es otra historia...
Usuario de computadoras desde muy pequeño –Commodore 64, 128, Spectrum, Texas Instrument y clones de Apple II– empecé a buscar maneras de conectarme al nuevo mundo. Ya se vivía la era PC y me encontraba haciendo un enorme esfuerzo por renovar mi XT por una modernísima AT, que utilizaba para programar en clipper un software de administración de la oficina de seguros de mi padre. Tenía que justificar mi sueldo de hijo…
Conseguí un módem externo Hayes de máxima velocidad: 2.400 baudios, que luego fue reemplazado por uno de 9.600.
Sabía que había muchos servicios en Internet con muchos nombres que para un economista recién recibido sonaban, como todo lo referente a tecnología, a ciencia ficción: BBs, UUCP, Ftp, http, whois, newsgroups, IRC y otros tantos que ya no recuerdo, pero que visto en perspectiva tenían el mismo valor que hoy tienen los blogs, el surfeo, los fotologs o la voz sobre IP.
Empecé con el correo electrónico y, al poco tiempo de búsqueda, entendí que la única manera de conectarse en Argentina era desde la Universidad de Buenos Aires.
Hacia 1985, un grupo de ciudadanos dentro del departamento de computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales la había conectado. En 1993, se creó dentro de la UBA el Centro de Comunicación CCC, a fin de implementar una red que conectara a toda la Universidad. En abril de 1994 empezó a funcionar el primer enlace de alta velocidad de Argentina, y más de 800 instituciones en todo el país ya estaban en red. A finales de ese año el Estado argentino comenzó un proyecto llamado RIU –Red de Interconexión Universitaria– para que todos los centros académicos contaran con enlaces de alta velocidad.
El 26 abril de 1995 se lanzó la primera oferta comercial de Internet en Argentina, STARTEL, una empresa que compartían Telefónica y Telecom.
Al poco tiempo se lanzaron otras empresas que empezaron siendo BBS, Buletin Board Systems, comerciales a las cuales uno se podía conectar y chequear vía UUCP el correo electrónico, ¡qué emoción! Los Pinos II y Satlink eran las mejores opciones. Opté por el primero y obtuve mi primera dirección de e-mail: gonberra@pinos.com.
Claro, era todo muy bueno, pero la hora de conexión costaba más de $30 de entonces, calculo que unos $100 si los ajustamos por inflación, a los que había que sumarles el costo del teléfono y las palabras poco amigables de los que querían utilizar el teléfono en casa. ¡Era imposible!
Envié mi primer e-mail utilizando un FX UUCICO, que era un módulo de transporte para DOS "Waffle" desarrollado por un argentino, Jorge Cwik, el más popular de la época en el país, famoso en el mundo.
El Waffle a su vez, era una implementación del protocolo "UUCP" o Unix-To-Unix Control Protocol, que se usaba para la transferencia de e-mails en ambientes offline, donde no se podía usar el SMTP. La ventaja principal del "FX" era que traía un protocolo de transmisión nuevo que tenía las siguientes ventajas:
- Podía recuperar una conexión caída, iniciando la transferencia desde donde se cortó, sin pérdida de datos.
- Estaba preparado para líneas de alto delay, como eran las comunicaciones telefónicas internacionales de entonces, ya que eran satelitales. Para esto implementaba el protocolo "g" del stack UUCP.
Estas dos características eran necesarias para cualquier BBS en aquel momento, ya que toda la transferencia de e-mails se hacía vía telefónica.
Navegar seguía siendo muy caro y el servicio no era muy bueno, ya que Startel se había peleado con el resto de Internet argentina y filtraba todo lo que no provenía de alguna subred propia.
La opción que probé era utilizar call back a USA y conectarme a algún proveedor norteamericano.
Me suscribí, no sin dificultades operativas, a Compuserve y finalmente navegué con mi Netscape.
Era lento y caro, pero tenía el mundo en la punta de mis dedos…
Unos años más tarde, después de montar el primer sitio de Latinoamérica de un partido político, el de la Unión Cívica Radical, hicimos cuentas con unos amigos y llegamos a la conclusión de que si juntábamos 50 clientes, podríamos tener nuestra propia conexión a Internet gratis, rápida y confiable. Financiaríamos nuestro emprendimiento con el dinero que ahorraríamos al no pagar a ningún proveedor.
Con ese plan de negocios, fondeado por 5 cuotas de $600 de cada uno de los 5 socios iniciales, pusimos en marcha Netizen, uno de los primeros proveedores de Internet de la Argentina en el año 1997, de la cual fui Gerente General hasta fines de 2003.
Pero esa es otra historia...
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