El sistema de partidos políticos estalló a principios de siglo. Está en crisis.
Y como decía Gramsci, la crisis es ese momento en que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer.
Lo nuevo no es algo predeterminado, sino el fruto de las acciones de los hombres y mujeres y, por supuesto, condiciones que están fuera de sus manos sobre las que no pueden influir.
Creo que toda democracia necesita un sistema de partidos estable, con reglas claras de competencia. Transparente, democrático y ordenado.
Aportar a la construcción de ese sistema de partidos es mi objetivo en la política, por eso quise ser Secretario General de UCRCapital.
Veamos cómo evolucionó el sistema desde la explosión.
2003: la incertidumbre.
6 candidatos surgidos del bipartidismo de principios de los 80, tres peronistas, tres radicales. 5 compitiendo en el rango de los 10 puntos (Menem, Kirchner, Rodriguez Saa, Lopez Murphy, Carrió) y la UCR de siempre, anulada por la estupidez colectiva de la interna Moreau-Terragno.
Resultados electorales:
Menem: 24,45%
Kirchner: 22,24%
Lopez Murphy: 16,37%
Rodriguez Saa: 14,11%
Carrió: 14,05 %
UCR: 2,34%
Está claro que el sistema de partidos que se expresó en esta elección está basado en personas, sin organización, sin democracia interna, con una influencia abrumadora de los medios de comunicación y con resultados impredecibles. Es el peor escenario para el desarrollo económico de un país.
2005: análisis cualitativo.
Elecciones provinciales, en el marco de la "transversalidad" y el planteo desde el poder central de un sistema político basado en "centro izquierda" y "centro derecha". Kirchner le gana a Duhalde PBA y consolidad su liderazgo. Muere la idea de un Presidente electo con menos votos que Illia -discurso histórico del peronismo-.
2007: tres opciones, casi segunda vuelta.
Resultados Electorales:
Fernandez de Kirchner: 45,29%
Carrió: 23,04%
Lavagna-UCR: 16,91%
Rodriguez Saa: 7,64%
El resto: menos de 2% cada uno.
El sistema parece empezar a ordenarse, con opciones más predecibles, con los partidos tradicionales mezclados.
2008: análisis cualitativo.
Kirchner se peroniza, es el presidente del PJ. Lavagna vuelve al justicialismo.
Los radicales K empiezan a alejarse de la Concertación.
Cobos se pelea definitivamente con lo K, siendo Vicepresidente de la República.
La sociedad revaloriza al radicalismo.
Muere el planteo "centro izquierda - centro derecha".
Asi estamos hoy.
Cobos tiene en sus manos, por sus propio mérito, por su popularidad, la oportunidad de contribuir a terminar la crisis de partidos.
Si opta por volver a la UCR, sin considerar las condiciones en que ello podría suceder, el sistema da un paso más en su reconstrucción.
Si opta por armar un nuevo partido, agrega a la confusión y todo el sistema retrocede.
Insisto con mi obsesión política: el desarrollo de la sociedad argentina depende como nunca del sistema político.
Quien contribuye a que el sistema se ordene comparte mi espacio, quien contribuye a que el sistema siga desordenado, es mi adversario.
Solo un sistema de partidos, instituciones que superan el estado de ánimo de las personas, garantiza la estabilidad de temas de largo plazo que se ponen fuera de la agenda de discusión. La política exterior y la economía -el tipo de cambio y la política social-.
Por supuesto, tenemos queridos amigos correligionarios que piensan que el lugar del radicalismo lo ocupará la Coalición Cívica.
Mi posición es que la Coalicion no es democrática, no se institucionaliza, es un fenómeno mediático basado en una persona que digita candidaturas y estrategias, que además son cambiantes todo el tiempo.
Si Cobos decide volver a la UCR, la Coalición Cívica tiende a desaparecer.
Por eso los agravios de Carrió.
Una democracia no sobrevive si:
- los medios de comunicación reemplazan a los electores
- los partidos son efímeros al estar basado en personas en vez de reglas
institucionales
- no hay objetivos nacionales, políticas de estado, que están fuera de la discusión entre partidos.
La UCR tiene un rol central en esta transición: no hay ningún otro instrumento que pueda utilizar la ciudadanía dotar a la democracia de los atributos necesarios para ser viable.
Y como decía Gramsci, la crisis es ese momento en que lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer.
Lo nuevo no es algo predeterminado, sino el fruto de las acciones de los hombres y mujeres y, por supuesto, condiciones que están fuera de sus manos sobre las que no pueden influir.
Creo que toda democracia necesita un sistema de partidos estable, con reglas claras de competencia. Transparente, democrático y ordenado.
Aportar a la construcción de ese sistema de partidos es mi objetivo en la política, por eso quise ser Secretario General de UCRCapital.
Veamos cómo evolucionó el sistema desde la explosión.
2003: la incertidumbre.
6 candidatos surgidos del bipartidismo de principios de los 80, tres peronistas, tres radicales. 5 compitiendo en el rango de los 10 puntos (Menem, Kirchner, Rodriguez Saa, Lopez Murphy, Carrió) y la UCR de siempre, anulada por la estupidez colectiva de la interna Moreau-Terragno.
Resultados electorales:
Menem: 24,45%
Kirchner: 22,24%
Lopez Murphy: 16,37%
Rodriguez Saa: 14,11%
Carrió: 14,05 %
UCR: 2,34%
Está claro que el sistema de partidos que se expresó en esta elección está basado en personas, sin organización, sin democracia interna, con una influencia abrumadora de los medios de comunicación y con resultados impredecibles. Es el peor escenario para el desarrollo económico de un país.
2005: análisis cualitativo.
Elecciones provinciales, en el marco de la "transversalidad" y el planteo desde el poder central de un sistema político basado en "centro izquierda" y "centro derecha". Kirchner le gana a Duhalde PBA y consolidad su liderazgo. Muere la idea de un Presidente electo con menos votos que Illia -discurso histórico del peronismo-.
2007: tres opciones, casi segunda vuelta.
Resultados Electorales:
Fernandez de Kirchner: 45,29%
Carrió: 23,04%
Lavagna-UCR: 16,91%
Rodriguez Saa: 7,64%
El resto: menos de 2% cada uno.
El sistema parece empezar a ordenarse, con opciones más predecibles, con los partidos tradicionales mezclados.
2008: análisis cualitativo.
Kirchner se peroniza, es el presidente del PJ. Lavagna vuelve al justicialismo.
Los radicales K empiezan a alejarse de la Concertación.
Cobos se pelea definitivamente con lo K, siendo Vicepresidente de la República.
La sociedad revaloriza al radicalismo.
Muere el planteo "centro izquierda - centro derecha".
Asi estamos hoy.
Cobos tiene en sus manos, por sus propio mérito, por su popularidad, la oportunidad de contribuir a terminar la crisis de partidos.
Si opta por volver a la UCR, sin considerar las condiciones en que ello podría suceder, el sistema da un paso más en su reconstrucción.
Si opta por armar un nuevo partido, agrega a la confusión y todo el sistema retrocede.
Insisto con mi obsesión política: el desarrollo de la sociedad argentina depende como nunca del sistema político.
Quien contribuye a que el sistema se ordene comparte mi espacio, quien contribuye a que el sistema siga desordenado, es mi adversario.
Solo un sistema de partidos, instituciones que superan el estado de ánimo de las personas, garantiza la estabilidad de temas de largo plazo que se ponen fuera de la agenda de discusión. La política exterior y la economía -el tipo de cambio y la política social-.
Por supuesto, tenemos queridos amigos correligionarios que piensan que el lugar del radicalismo lo ocupará la Coalición Cívica.
Mi posición es que la Coalicion no es democrática, no se institucionaliza, es un fenómeno mediático basado en una persona que digita candidaturas y estrategias, que además son cambiantes todo el tiempo.
Si Cobos decide volver a la UCR, la Coalición Cívica tiende a desaparecer.
Por eso los agravios de Carrió.
Una democracia no sobrevive si:
- los medios de comunicación reemplazan a los electores
- los partidos son efímeros al estar basado en personas en vez de reglas
institucionales
- no hay objetivos nacionales, políticas de estado, que están fuera de la discusión entre partidos.
La UCR tiene un rol central en esta transición: no hay ningún otro instrumento que pueda utilizar la ciudadanía dotar a la democracia de los atributos necesarios para ser viable.
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