Ir al contenido principal

Hussein Obama, el radical.

Hussein Obama, el radical.

“Dios me dijo: ´George, ve y lucha contra esos terroristas´”, dijo Bush en junio de 2003 para justificar la invasión a Irak.
Sarah Palin, compañera de fórmula de John Mcain, sostiene que los soldados americanos cumplen “una tarea de Dios”, quien, según sus palabras “tiene un plan bien definido al respecto”.
En las últimas dos décadas, el fundamentalismo religioso mezclado en una ensalada de ignorancia con dogmas económicos neoliberales ha fracturado a sociedad norteamericana.
Creacionismo versus teoría de la evolución, pensamiento místico contra la utilización de las células madres, menos impuestos para los ricos y mayor déficit público para los pobres, unilateralismo americano contrapuesto al "soft power" de la diplomacia norteamericana, igualdad de oportunidades versus selección natural, derecho al matrimonio gay contra unión “natural y divina” de las personas, discriminación contra inclusión, salud universal contra empresas que maximizan beneficios con las enfermedades terminales, dinero versus calentamiento global, gasto público para armas en vez de dinero para las víctimas del Katrina.
Distintos aspectos que grafican la división de una gran sociedad que dañó el bienestar de sus ciudadanos, que hoy ven en su vecino a un enemigo.
El bien contra el mal. Blanco o negro.

Hussein Obama se crió en Hawai e Indonesia luego de que su padre, un inmigrante keniata, lo abandonadara a su suerte y a la de su madre. Finalmente se establecieron en New York, donde se formó en la Universidad de Columbia. Entonces decidió postergar sus estudios y dedicarse a ser trabajor social en Altgeldt Gardens en Chicago.
Un lugar en donde la semana pasada, Lisa Scout, de 41 y raza negra, contaba para un diario de circulación masiva que toma su auto para ir a al supermercado a 300 metros de su casa. “¿Ves? Ha habido otro tiroteo”, declaraba al ver pasar un auto de la policía a toda velocidad.
Un lugar donde solo hay bandas, tiros y drogas.
Como en tantos lugares de la Argentina.
“En esos barrios, recibí mi mejor educación”, dijo Hussein Obama el día que anunció que se postulaba a la presidencia.
“Allí aprendí a escuchar a la gente y a no intentar resolver los problemas con una agenda predeterminada”.
Retomó sus estudios en la Universidad de Harvard y completó una brillante carrera académica.
Hussein ganará las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América el próximo martes.
Su mensaje ha sido muy simple: no hay buenos y malos, hay un solo país, una sola sociedad.
Y desde la unidad que implicar respetar la diversidad, las ideas y deseos de los otros, las diferentes miradas para un mismo problema, desde la moderación y la prudencia, desde la defensa de la libertad en el sentido más amplio, hay que dar respuesta a problemas cotidianos y simples. Cómo un ciudadano puede vivir en una casa digna, alimentar a sus hijos, educarlos, cuidar su salud.
Con la democracia, se come, con la democracia se cura, con la democracia se educa.
Utilizó las nuevas tecnologías para difundir una idea simple y lo hizo como nadie lo había hecho hasta ahora, marcando un antes y un después en la historia de las campañas políticas.
Como estamos tratando de hacer los radicales en la Argentina.

Hussein Obama tiene una agenda política internacional utópica: cambiar el mundo mediante el diálogo civilizado.
Y por ello recibe críticas por idealista, amateur, ingenuo.
Como Argentina en 1983, cuando rodeada de dictaduras sanguinarias, se convirtió en la única democracia de Latinoamérica y se propuso como objetivo “exportar” vida, libertad e igualdad a sus vecinos.
Y lo logró.
En el medio salvó las vidas de muchos ciudadanos que luego serían actores político claves en sus países, como Ricardo Lagos, que en el acto del 30 de Octubre pasado nos contó cómo el Presidente Argentino Raúl Alfonsín pedía públicamente su libertad en 1986 y acorralaba a la dictadura chilena mediante una política exterior pacífica e inteligente.

EEUU y Argentina tiene mucho en común.
Las coincidencias no son casuales ni forzadas.
Los dos países tienen el mismo preámbulo en sus Constituciones.
Con sus diferencias, ambas son naciones jóvenes, que han ido construyendo su historia en base a valores comunes como la movilidad social, el fomento a la inmigración, “melting pot”, “crisol de razas”, la libertad, el progreso individual, el “sueño americano”, “m´hijo el dotor”.
Y los dos países tienen defectos, matizados por el grado de éxito en su desarrollo, y desafíos similares.

La sociedad argentina está fracturada.
En progresistas y reaccionarios, según el discurso oficial.
En incluídos y excluidos, en su estructura social.
En guettos de pobres y ricos, en su educación.

No se une a una sociedad fracturada pensando la realidad en términos de amigos-enemigos.
No se une a una sociedad con mandatos divinos, ni visiones apocalípticas alimentadas por el misticismo.

Argentina necesita al radicalismo reinventado una vez más desde sus ideas originarias, organizado desde la modernidad, defendiendo la democracia.

Argentina necesita, como los Estados Unidos, volver a constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en suelo argentino.

Ojalá que en el futuro, dentro de 40 años, alguien pueda contar la historia de un candidato a la Presidencia de la República Argentina a punto de ganar, que habiendo sido hijo de un cartonero pudo alimentarse, crecer con salud, formarse en las mejores Universidades del país y representar desde la generosidad al conjunto de los argentinos.

Ese dia, los radicales de hoy, los que lleguemos a verlo, vamos a sentir que hemos cumplido con nuestro deber.

Comentarios

  1. Comparto tu esperanza. Sí, se puede.
    Ofrezco mi corazón y mi fuerza para ese futuro posible de unidad e igualdad en Argentina.
    Gracias por la claridad.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La pista de lanzamiento de la montaña rusa neo fascista.

  El 6 de diciembre de 2023 escribí en este blog que el entonces futuro gobierno de Milei era una montaña rusa cuya primer bajada duraría 6 meses, que se cumplieron ayer. Textual: "La inflación se duplicará y en unos meses (2/3) volveremos a la situación inicial de precios relativos con una inflación que probablemente sea de entre 25 y 30 puntos mensuales.“ Eso fue lo que pasó. “Las dos políticas antiinflacionarias mencionadas hasta ahora, son la no emisión y el recorte del gasto público. Sin emitir, es posible que en 2 o 3 meses la cantidad de dinero se divida por dos en términos reales.  O sea, sacaste del mercado la mitad de los pesos. No tengo para mí ningún ajuste monetario tan drástico. Por lo tanto cualquier vaticinio respecto de cómo afectará al nivel de actividad me excede, aunque por sentido común me atrevo a decir que NO será pequeño. Y ahí empieza la política de descenso de la inflación. Por menor actividad. Hace falta mucha recesión o  un período muy largo de...

High School Musical

En Constitución, el barrio en que crecí y fui a la escuela primaria, el colegio privado era el lugar donde los vecinos pagaban para que sus hijos terminaran su educación. Alguien organizaba un comercio que vendía un título, que se pagaba en cuotas. Los alumnos aprendían algo. Los otros chicos íbamos a escuelas parroquiales o del estado. Mi mundo se agrandó mucho en la escuela secundaria . Tomé nota de proyectos educativos modernos, surgidos  como respuesta a la rigidez del sistema estatal, que brindaban una formación menos autoritaria.  En los 90, la educación privada ganó terreno en la mente de los ciudadanos.  El virus del éxito rápido y fácil produjo una pandemia. Los guardapolvos blancos eran el estado, la burocracia, falta de infraestructura, maestras sin vocación que paraban, científicos que tenían que ir a lavar los platos, violencia. El virus producía una fiebre irrefrenable de consumo del primer mundo. A uto importado, casa para la revista Caras, bilingüismo d...

La singular historia de un joven que tenía 20 años en los 70.

Matías Fernandez vivía en Buenos Aires. En 1980 Tenía 30 años y un departamento de 2 ambientes en Barrio Norte de su propiedad. Su único capital. En ese momento lo vendió en cien mil dólares. Guardó los dólares en el colchón, alquiló y siguió su vida.  Diez años más tarde, en medio de la hiperinflación, percibió que ese dinero le servía para comprar cinco departamentos por 20 mil dólares cada uno. Matías tenía 40 años. Compró los cinco. Llegó la convertibilidad y vió que sus departamentos volvían a valer 100 mil dólares cada uno. A los 50 años, su capital aumentó a 500 mil dólares en total.  Con su memoria fresca en el gran negocio que había hecho, decidió venderlos. Y guardó el dinero otra vez en el colchón. Llegó la crisis del 2001. En el 2002, con los 500 mil dólares compró ¡25! departamentos similares al que tenía en 1979. Hoy, a los 60 y pico, Matías tiene un capital de 2.500.000 dólares. ¿Debería vender sus departamentos?. Matías ya es rico. Su riqueza no es el fruto...