Mi trabajo, que no es la política, me llevó la semana pasada a visitar la ciudad de Washington, capital de los Estados Unidos de América. Asistí a Satellite 2011.
Googleando encontré que mi estadía en la ciudad coincidía con la de Mauricio Macri, quien participaba del Seminario de Estrategias de campañas electorales en “The Graduate School of Political Management de la George Washington University”.
Aproveché para ir, miércoles 16 de marzo, al mediodía.
De impecable traje azul, camisa blanca y corbata celeste, Macri expuso su visión de la realidad argentina -con severas críticas al gobierno-, utilizó como referencia omnipresente su pasado como Presidente de Boca y cautivó a los asistentes con chistes, malas palabras (boludo en tres ocasiones, hijo de puta en una) y anécdotas personales.
Le fue bien.
En un momento de su exposición justificó la existencia de la escuela pública. Cito textual, porque me tomé el trabajo de escribirlo mientras lo escuchaba:
“Para aquellos que no puedan mandar a sus hijos a la escuela privada, escuela pública tan buena como la privada”.
Más allá de la circularidad de argumento (si hay una escuela pública tan buena como la privada, para qué gastar en una privada), confieso mi asombro frente a su lógica de su razonamiento.
En su cabeza, las familias eligen por default la educación privada. Se fijan cuánto cuesta, y si el presupuesto no alcanza, mandan a sus hijos a la escuela pública.
Carlos Pirovano dijo hace muy poco en Twitter: "¿Y si asumimos que la educación pública está muerta y con esa plata le pagamos a los chicos una escuela privada"
Escuchando a Mauricio comprendí que Pirovano no hizo un chiste.
Le quitaba circularidad al argumento de Macri.
Expresaba la manera más lógica y eficiente de poner en práctica las ideas de su jefe.
Googleando encontré que mi estadía en la ciudad coincidía con la de Mauricio Macri, quien participaba del Seminario de Estrategias de campañas electorales en “The Graduate School of Political Management de la George Washington University”.
Bicisendas por doquier en la Capital del Imperio |
De impecable traje azul, camisa blanca y corbata celeste, Macri expuso su visión de la realidad argentina -con severas críticas al gobierno-, utilizó como referencia omnipresente su pasado como Presidente de Boca y cautivó a los asistentes con chistes, malas palabras (boludo en tres ocasiones, hijo de puta en una) y anécdotas personales.
Le fue bien.
En un momento de su exposición justificó la existencia de la escuela pública. Cito textual, porque me tomé el trabajo de escribirlo mientras lo escuchaba:
“Para aquellos que no puedan mandar a sus hijos a la escuela privada, escuela pública tan buena como la privada”.
Más allá de la circularidad de argumento (si hay una escuela pública tan buena como la privada, para qué gastar en una privada), confieso mi asombro frente a su lógica de su razonamiento.
En su cabeza, las familias eligen por default la educación privada. Se fijan cuánto cuesta, y si el presupuesto no alcanza, mandan a sus hijos a la escuela pública.
Carlos Pirovano dijo hace muy poco en Twitter: "¿Y si asumimos que la educación pública está muerta y con esa plata le pagamos a los chicos una escuela privada"
Escuchando a Mauricio comprendí que Pirovano no hizo un chiste.
Le quitaba circularidad al argumento de Macri.
Expresaba la manera más lógica y eficiente de poner en práctica las ideas de su jefe.
"Una ciudadania argentina" para todos aquellos que no puedan conseguir otra en aquellos paises que eligiriamos si pudiesemos.
ResponderEliminarSon de esas frases que se dicen desde las entrañas, que de tan adentro que están no resisten ningún freno. Muchas veces nuestros dirigentes políticos nos regalan alguna florcita de su cosecha irreflexiva. En este caso, no hace más que confirmar le carácter conservador del gobierno de Macri, que se revela sobre todo en lo educativo. Lástima que no haya demasiada voluntad por revertir esta situación y las fuerzas políticas del distrito se entretengan presentándole a la ciudadanía su peor rostro mientras gobierna el conservadurismo más rancio. Habrá que ver cómo revertir esa situación.
ResponderEliminarCoincido, Gabriel, coincido ciento por ciento.
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