Un algoritmo matemático es una serie de pasos organizados que describe el proceso que se debe seguir, para dar solución a un problema específico. Convierte datos de entrada en una respuesta.
Existen muchos tipos de algoritmos complejos. Algunos se usan para hacer criptomonedas, otros para simular la evolución genética. Los algoritmos son la base de la inteligencia artificial.
Google, Facebook, Twitter, Microsoft, Apple utilizan regularmente estos algoritmos para asistir la búsqueda de contenido en la red, relacionarnos con gente afín, ofrecernos productos específicos, predecir palabras cuando tipeamos en nuestros teclados, corregir nuestra ortografía. Hablamos con Siri como si fuera un amigo.
Las mayores innovaciones que veremos en el futuro se basan en algoritmos, en la matemática. Los grandes emprendimientos, los verdaderos, los que sacudirán el futuro -al igual que ha ocurrido en el pasado- se basan en las ciencia duras.
En este contexto, nos enteramos que INVAP acaba de ganar por segunda vez la licitación por el reactor nuclear PALLAS. La primera vez fue en 2009, cuando debido a la crisis económica global, las autoridades holandesas decidieron discontinuar el proyecto.
Según la información disponible, “INVAP estará a cargo del diseño del reactor; de la integración de la ingeniería de toda la planta; de la seguridad nuclear; y de las gestiones para asistir a Pallas en la obtención de las licencias que autorizan la construcción y operación del reactor, basándose en las regulaciones locales y las del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de las Naciones Unidas”.
No es una sorpresa ni tampoco la primera vez que INVAP gana un contrato de este tipo. Por ejemplo, hace diez años ganó un proceso similar en Australia, el reactor OPAL, uno de los reactores de investigación más complejos del mundo que ”abastece al mercado de radioisótopos de Australia y de otros países, brinda servicios de irradiación para materiales de silicio destinados a la industria microelectrónica.
Pallas producirá el 30% de los radioisótopos utilizados en el mundo y el 80% de los que se emplean en Holanda. “Tendrá la responsabilidad de asegurar la continuidad de suministros esenciales para las prácticas médicas del siglo XXI en Europa y el mundo”.
Desde su fundación en 1976, INVAP se concentró en el área nuclear, en donde ganó una reputación internacional como diseñador y proveedor de sistemas para reactores nucleares, y como proveedor de reactores (llave en mano) para investigación y para fabricación masiva de radioisótopos de uso médico.
Lo que acaba de vender a Holanda
Desde sus primeros pasos INVAP tuvo una visión basada en el concepto de Ingeniería de Sistemas y un fuerte sesgo hacia el trabajo interdisciplinario, contando inicialmente entre sus integrantes a ingenieros en electrónica y en mecánica, físicos y químicos.
Con el paso del tiempo la empresa incursionó en diversos sectores, incluyendo el aeroespacial, en donde INVAP comenzó a actuar en los años noventa. En 1989, meses antes de la conformación de la CONAE, se realiza un acuerdo de cooperación tecnológica entre EE.UU. (NASA) y Argentina (INVAP).
Si bien hasta ese momento INVAP no había trabajado en esta industria, los desarrollos en el área nuclear habían dado lugar a la generación de diversas capacidades requeridas para el ingreso al campo aeroespacial, incluyendo química orgánica e inorgánica, electrónica, desarrollo de software, proyectos de diseño mecánico, física, cálculo de estructuras y simulación y garantía de calidad.
En el ámbito espacial, INVAP actualmente genera proyectos satelitales completos, y a excepción del lanzamiento, sus tareas abarcan desde el concepto de la misión hasta la puesta en órbita del satélite y su operación -que son contratadas por CONAE y ARSAT-. La actividad de INVAP incluye la producción propia de todos los subsistemas del payload: estructura, potencia, sistemas térmicos, control de altitud, computadora de a bordo, comunicaciones y propulsión.
Luego de desarrollar el proyecto SAC (Satélites de Aplicaciones Científicas) que constó de cuatro satélites, INVAP construyó ARSAT I y ARSAT II en el marco del Sistema Satelital Geoestacionario Argentino de Telecomunicaciones (SSGAT). Es importante recordar que a principios del año 2017, Argentina comenzó a exportar servicios del ARSAT II a EE.UU. Sin embargo, el ARSAT III se encuentra inexplicablemente detenido por decisión del gobierno nacional.
En la actualidad, INVAP está inmerso el proyecto Sistema Italo Argentino de Satélites de Emergencias (SIAGE) desarrollado en conjunto con la Agencia Espacial Italiana (ASI) que consta de dos constelaciones SAOCOM (1 y 2) que poseen un sistema de radar de apertura sintética (SAR), una cámara de infrarrojo térmico y a su vez cada constelación consta de dos satélites (1A y 2B). Se estima que el primero de ellos estará terminado hacia fin de año.
A su vez los desarrollos en materia espacial le han permitido a INVAP avanzar hacia una nueva área: los radares.
En 2014 se finalizaron todos los ensayos y pruebas sobre el prototipo habilitando el inicio de la fabricación de los Radares de Apertura Sintética. Luego se construyó la primera serie de seis radares para la Fuerza Aérea, y actualmente se encuentra en fabricación la segunda serie. Estos radares son usados para el control de fronteras y de la aviación.
Como efecto cascada, también se desarrollaron los Radares Meteorológicos Argentinos (RMA). A mediados de 2015 el RMA1 fue puesto en funcionamiento en la Ciudad de Córdoba. Y finalmente, INVAP construyó Radares Secundarios Monopulso Argentinos (RSMA). Este radar fue diseñaado y fabricado a pedido de la Fuerza Área Argentina (FAA) y de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) para dar seguridad y eficiencia al Control del Tránsito Aéreo tanto en el control en ruta como en aproximación.
Visité INVAP en dos oportunidades. Tuve la oportunidad de interactuar, con mucha humildad, en un mundo en el que las personas hablaban y pensaban en términos de derivadas, integrales y matrices. Tuve una sensación muy similar a la que sentí cuando visité Google, aunque en este caso, la abundancia de recursos materiales era evidente. INVAP es un oasis de física, ingeniería, matemática aplicada, defendido con éxito a lo largo del tiempo por un grupo de científicos profundamente comprometidos con su profesión y con su país. Un sitio preservado con habilidad de los gobiernos, de las hiperinflaciones, de la miopía de los aventureros políticos, de la incomprensión de las miradas fundacionales de cada político de turno que transforma su rol de garante del espacio público con el de manipulador inescrupuloso de votantes sin memoria.
INVAP no es un accidente. Es el fruto de la educación pública argentina y porqué no, del espíritu de la Reforma Universitaria del 18 y su pensamiento crítico. Es fruto de la tradición científica de argentinos como Houssay, Milstein, Leloir, pero también de tantos otros como Emma Pérez Ferreira, Florentino Ameghino, Gregorio Klimovsky, José Antonio Balseiro, Jorge Alberto Sabato, Manuel Sadosky, Francisco Moreno, Ramón Carrillo, Rebeca Gerchsman, René Favaloro, Salvador Mazza, Carlos Varsavsky, Ramón Enrique Gabiola, Rolando García, que no obtuvieron premio Nobel alguno, pero entregaron su vida a la ciencia y a la sociedad que les permitió formarse.
Que este éxito ilumine los algoritmos, la matemática y la ciencia a la vista de los políticos argentinos. Ojalá puedan incorporar a las tasas internas de retorno de las planillas excel que aprendieron a calcular en los MBAs, las inmensas oportunidades que tiene la Argentina de incorporarse al mundo como protagonista en matemática, biotecnología y medicina.
La oportunidad de exportar algoritmos, ciencia y matemática.
Existen muchos tipos de algoritmos complejos. Algunos se usan para hacer criptomonedas, otros para simular la evolución genética. Los algoritmos son la base de la inteligencia artificial.
Google, Facebook, Twitter, Microsoft, Apple utilizan regularmente estos algoritmos para asistir la búsqueda de contenido en la red, relacionarnos con gente afín, ofrecernos productos específicos, predecir palabras cuando tipeamos en nuestros teclados, corregir nuestra ortografía. Hablamos con Siri como si fuera un amigo.
Las mayores innovaciones que veremos en el futuro se basan en algoritmos, en la matemática. Los grandes emprendimientos, los verdaderos, los que sacudirán el futuro -al igual que ha ocurrido en el pasado- se basan en las ciencia duras.
En este contexto, nos enteramos que INVAP acaba de ganar por segunda vez la licitación por el reactor nuclear PALLAS. La primera vez fue en 2009, cuando debido a la crisis económica global, las autoridades holandesas decidieron discontinuar el proyecto.
Según la información disponible, “INVAP estará a cargo del diseño del reactor; de la integración de la ingeniería de toda la planta; de la seguridad nuclear; y de las gestiones para asistir a Pallas en la obtención de las licencias que autorizan la construcción y operación del reactor, basándose en las regulaciones locales y las del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de las Naciones Unidas”.
No es una sorpresa ni tampoco la primera vez que INVAP gana un contrato de este tipo. Por ejemplo, hace diez años ganó un proceso similar en Australia, el reactor OPAL, uno de los reactores de investigación más complejos del mundo que ”abastece al mercado de radioisótopos de Australia y de otros países, brinda servicios de irradiación para materiales de silicio destinados a la industria microelectrónica.
Pallas producirá el 30% de los radioisótopos utilizados en el mundo y el 80% de los que se emplean en Holanda. “Tendrá la responsabilidad de asegurar la continuidad de suministros esenciales para las prácticas médicas del siglo XXI en Europa y el mundo”.
Desde su fundación en 1976, INVAP se concentró en el área nuclear, en donde ganó una reputación internacional como diseñador y proveedor de sistemas para reactores nucleares, y como proveedor de reactores (llave en mano) para investigación y para fabricación masiva de radioisótopos de uso médico.
Lo que acaba de vender a Holanda
Desde sus primeros pasos INVAP tuvo una visión basada en el concepto de Ingeniería de Sistemas y un fuerte sesgo hacia el trabajo interdisciplinario, contando inicialmente entre sus integrantes a ingenieros en electrónica y en mecánica, físicos y químicos.
Con el paso del tiempo la empresa incursionó en diversos sectores, incluyendo el aeroespacial, en donde INVAP comenzó a actuar en los años noventa. En 1989, meses antes de la conformación de la CONAE, se realiza un acuerdo de cooperación tecnológica entre EE.UU. (NASA) y Argentina (INVAP).
Si bien hasta ese momento INVAP no había trabajado en esta industria, los desarrollos en el área nuclear habían dado lugar a la generación de diversas capacidades requeridas para el ingreso al campo aeroespacial, incluyendo química orgánica e inorgánica, electrónica, desarrollo de software, proyectos de diseño mecánico, física, cálculo de estructuras y simulación y garantía de calidad.
En el ámbito espacial, INVAP actualmente genera proyectos satelitales completos, y a excepción del lanzamiento, sus tareas abarcan desde el concepto de la misión hasta la puesta en órbita del satélite y su operación -que son contratadas por CONAE y ARSAT-. La actividad de INVAP incluye la producción propia de todos los subsistemas del payload: estructura, potencia, sistemas térmicos, control de altitud, computadora de a bordo, comunicaciones y propulsión.
Luego de desarrollar el proyecto SAC (Satélites de Aplicaciones Científicas) que constó de cuatro satélites, INVAP construyó ARSAT I y ARSAT II en el marco del Sistema Satelital Geoestacionario Argentino de Telecomunicaciones (SSGAT). Es importante recordar que a principios del año 2017, Argentina comenzó a exportar servicios del ARSAT II a EE.UU. Sin embargo, el ARSAT III se encuentra inexplicablemente detenido por decisión del gobierno nacional.
En la actualidad, INVAP está inmerso el proyecto Sistema Italo Argentino de Satélites de Emergencias (SIAGE) desarrollado en conjunto con la Agencia Espacial Italiana (ASI) que consta de dos constelaciones SAOCOM (1 y 2) que poseen un sistema de radar de apertura sintética (SAR), una cámara de infrarrojo térmico y a su vez cada constelación consta de dos satélites (1A y 2B). Se estima que el primero de ellos estará terminado hacia fin de año.
A su vez los desarrollos en materia espacial le han permitido a INVAP avanzar hacia una nueva área: los radares.
En 2014 se finalizaron todos los ensayos y pruebas sobre el prototipo habilitando el inicio de la fabricación de los Radares de Apertura Sintética. Luego se construyó la primera serie de seis radares para la Fuerza Aérea, y actualmente se encuentra en fabricación la segunda serie. Estos radares son usados para el control de fronteras y de la aviación.
Como efecto cascada, también se desarrollaron los Radares Meteorológicos Argentinos (RMA). A mediados de 2015 el RMA1 fue puesto en funcionamiento en la Ciudad de Córdoba. Y finalmente, INVAP construyó Radares Secundarios Monopulso Argentinos (RSMA). Este radar fue diseñaado y fabricado a pedido de la Fuerza Área Argentina (FAA) y de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) para dar seguridad y eficiencia al Control del Tránsito Aéreo tanto en el control en ruta como en aproximación.
Visité INVAP en dos oportunidades. Tuve la oportunidad de interactuar, con mucha humildad, en un mundo en el que las personas hablaban y pensaban en términos de derivadas, integrales y matrices. Tuve una sensación muy similar a la que sentí cuando visité Google, aunque en este caso, la abundancia de recursos materiales era evidente. INVAP es un oasis de física, ingeniería, matemática aplicada, defendido con éxito a lo largo del tiempo por un grupo de científicos profundamente comprometidos con su profesión y con su país. Un sitio preservado con habilidad de los gobiernos, de las hiperinflaciones, de la miopía de los aventureros políticos, de la incomprensión de las miradas fundacionales de cada político de turno que transforma su rol de garante del espacio público con el de manipulador inescrupuloso de votantes sin memoria.
INVAP no es un accidente. Es el fruto de la educación pública argentina y porqué no, del espíritu de la Reforma Universitaria del 18 y su pensamiento crítico. Es fruto de la tradición científica de argentinos como Houssay, Milstein, Leloir, pero también de tantos otros como Emma Pérez Ferreira, Florentino Ameghino, Gregorio Klimovsky, José Antonio Balseiro, Jorge Alberto Sabato, Manuel Sadosky, Francisco Moreno, Ramón Carrillo, Rebeca Gerchsman, René Favaloro, Salvador Mazza, Carlos Varsavsky, Ramón Enrique Gabiola, Rolando García, que no obtuvieron premio Nobel alguno, pero entregaron su vida a la ciencia y a la sociedad que les permitió formarse.
Que este éxito ilumine los algoritmos, la matemática y la ciencia a la vista de los políticos argentinos. Ojalá puedan incorporar a las tasas internas de retorno de las planillas excel que aprendieron a calcular en los MBAs, las inmensas oportunidades que tiene la Argentina de incorporarse al mundo como protagonista en matemática, biotecnología y medicina.
La oportunidad de exportar algoritmos, ciencia y matemática.
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