Argentina ha sufrido tres pandemias económicas en los últimos 12 años. La primera fue el gobierno de 2012 a 2015. En esos 4 años, la riqueza anual disponible para cada argentino, el ingreso por año que tiene disponible para vivir durante 12 meses cayó un 5%. En términos per cápita, cayeron las exportaciones, la inversión, las importaciones en magnitudes mayores a dos dígitos
La segunda fue el gobierno de 2012 a 2016 , donde al ingreso que nos había quedado a cada argentino producto del gobierno anterior le quitamos un 9% adicional. Durante esos 8 años, la suma de los dos gobiernos en términos per cápita, el cayó un 15%, la inversión un 29%, las exportaciones un 9% y las importaciones un 27%.
A esas dos pandemias se sumaron las consecuencias económicas del Covid19. Un 11% de caída adicional del PBI per cápita en 2020, un 13% de caída en la inversión, una nueva caída en las importaciones y un 18% menos de exportaciones.
Con suerte y viento a favor y cruzando los dedos, el actual gobierno devolverá un país con una riqueza per cápita similar al que recibió. Eso es lo que decía el Presupuesto 2022.
Serán doce años perdidos.
Con mas pobreza, menos inversión, menos exportaciones, menos consumo y menos importaciones per cápita.
El mundo post Covid seguramente no será el mismo que el anterior. Hay nuevas reglas de juego en el comercio internacional, nuevas formas de trabajo, nuevas relaciones de poder, nuevos actores económicos.
Argentina necesita nuevas ideas, nuevos liderazgos para una nueva realidad global, lejos de las soluciones fáciles para problemas complejos, lejos de los lugares comunes de los últimos 20 años.
Pero para empezar Argentina necesita estabilidad.
La estabilidad que necesitamos es mucho mas que bajar la inflación. Cada crisis financiera nos suma cada vez un 10% mas de pobreza estructural.
Estabilidad es que no haya devaluaciones dramáticas y sorpresivas de nuestra moneda como las que tuvimos en 2014 (40%), 2016 (50%), 2018 (100%) y 2019 (60%).
Estabilidad que todos los precios relativos se mantengan constantes de forma que las familias puedan ahorrar, los empresarios invertir, los estudiantes aprender, los padres y madres encontrar la tranquilidad económica para criar a sus hijos, los científicos producir conocimientos, a los trabajadores desarrollar sus habilidades. Necesitamos dejar atrás la emergencia permanente, necesitamos vivir en un país donde reine la tranquilidad, donde se pueda pensar y construir el futuro.
La segunda fue el gobierno de 2012 a 2016 , donde al ingreso que nos había quedado a cada argentino producto del gobierno anterior le quitamos un 9% adicional. Durante esos 8 años, la suma de los dos gobiernos en términos per cápita, el cayó un 15%, la inversión un 29%, las exportaciones un 9% y las importaciones un 27%.
A esas dos pandemias se sumaron las consecuencias económicas del Covid19. Un 11% de caída adicional del PBI per cápita en 2020, un 13% de caída en la inversión, una nueva caída en las importaciones y un 18% menos de exportaciones.
Con suerte y viento a favor y cruzando los dedos, el actual gobierno devolverá un país con una riqueza per cápita similar al que recibió. Eso es lo que decía el Presupuesto 2022.
Serán doce años perdidos.
Con mas pobreza, menos inversión, menos exportaciones, menos consumo y menos importaciones per cápita.
El mundo post Covid seguramente no será el mismo que el anterior. Hay nuevas reglas de juego en el comercio internacional, nuevas formas de trabajo, nuevas relaciones de poder, nuevos actores económicos.
Argentina necesita nuevas ideas, nuevos liderazgos para una nueva realidad global, lejos de las soluciones fáciles para problemas complejos, lejos de los lugares comunes de los últimos 20 años.
Pero para empezar Argentina necesita estabilidad.
La estabilidad que necesitamos es mucho mas que bajar la inflación. Cada crisis financiera nos suma cada vez un 10% mas de pobreza estructural.
Estabilidad es que no haya devaluaciones dramáticas y sorpresivas de nuestra moneda como las que tuvimos en 2014 (40%), 2016 (50%), 2018 (100%) y 2019 (60%).
Estabilidad que todos los precios relativos se mantengan constantes de forma que las familias puedan ahorrar, los empresarios invertir, los estudiantes aprender, los padres y madres encontrar la tranquilidad económica para criar a sus hijos, los científicos producir conocimientos, a los trabajadores desarrollar sus habilidades. Necesitamos dejar atrás la emergencia permanente, necesitamos vivir en un país donde reine la tranquilidad, donde se pueda pensar y construir el futuro.
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