El primer año de Macri: expectativas vs. realidades
Cuando Mauricio Macri asumió en diciembre de 2015, heredó una economía con desequilibrios fiscales y monetarios significativos. Su gobierno apostó por un gradualismo que buscaba reducir el déficit fiscal y controlar la inflación sin descuidar el crecimiento. Sin embargo, este enfoque terminó acumulando desequilibrios que estallaron en 2018. A pesar de este desenlace, el primer año de Macri mostró cifras más positivas que las de Milei:
Inflación: El segundo semestre de 2016 cerró con una inflación promedio mensual del 1,48%, un nivel manejable considerando el despegue del "cepo" cambiario y las correcciones tarifarias iniciales.
PIB: Aunque hubo una contracción del 1,6% en 2016, esta caída fue menor en comparación con la caída proyectada para 2024, que la duplica.
Tipo de cambio real multilateral: el peso comenzó a mostrar signos de atraso cambiario en 2016, en diciembre de ese año terminaría con un nivel similar al de la convertibilidad.
Las tensiones que generó aquel momento de “carry trade” derivaron en una corrida cambiaria, una aceleración de la inflación y el colapso del modelo de financiamiento externo.
El primer año de Milei: el costo del ajuste extremo
El gobierno de Javier Milei adoptó un enfoque diametralmente opuesto al gradualismo de Macri, implementando un ajuste fiscal “histórico” en sus primeros meses. Con un superávit fiscal primario logrado casi de inmediato, el discurso oficial presenta esta política como un logro sin precedentes. Sin embargo, los datos pintan una realidad diferente:
Inflación desbocada: El segundo semestre de 2024 registra una inflación promedio del 3,4% mensual, más del doble que el mismo período bajo Macri. Esto refleja el impacto de un ajuste que golpeó directamente los precios internos y la capacidad de consumo.
Caída del PIB: La contracción económica proyectada para el primer año de Milei será más del doble que la de 2016, incluso comparando contra un año afectado por una sequía histórica. La reducción del gasto público y la falta de inversión agravaron la recesión.
Atraso cambiario: El tipo de cambio real multilateral muestra un atraso del 15%, generando distorsiones similares a las del final de la convertibilidad.
El gobierno de Milei, que llegó al poder con la promesa de resolver los problemas estructurales de Argentina, parece haber exacerbado algunos de los factores más críticos. Aunque logró el superávit fiscal, este fue conseguido a costa de un ajuste acelerado que debilitó el consumo, la inversión y la estabilidad social.
Comparación entre dos modelos similares
Ambos gobiernos comparten una visión económica basada en la reducción del déficit fiscal como objetivo central. Sin embargo, las diferencias en el ritmo y la implementación de sus políticas son evidentes:
Macri apostó por un gradualismo que evitó grandes choques en su primer año, pero no resolvió los problemas estructurales, acumulando tensiones que estallaron más tarde.
Milei aceleró el ajuste en busca de resultados inmediatos, generando una inflación más alta y una recesión más profunda, lo que sugiere que las tensiones podrían desbordarse antes de tiempo.
La comparación entre ambos primeros años pone en evidencia un punto central: el ajuste por sí solo no garantiza estabilidad macroeconómica. De hecho, el ajuste extremo de Milei parece haber generado más desequilibrios que los que intentaba resolver.
Una economía bajo presión
Aunque el gobierno de Mauricio Macri terminó en una crisis macroeconómica, su primer año logró mantener la inflación y el tipo de cambio bajo relativo control. En contraste, el primer año de Javier Milei muestra un nivel de tensiones acumuladas mucho mayor, con una inflación disparada, un PIB en caída libre y un atraso cambiario significativo.
Ambos gobiernos ilustran los límites de las políticas basadas únicamente en ajustes fiscales. Sin un enfoque integral que aborde las raíces de la inflación, fomente el crecimiento y estabilice el tipo de cambio, los desequilibrios macroeconómicos de Argentina seguirán siendo una amenaza constante para cualquier administración. Milei enfrenta un desafío aún mayor que Macri: evitar que estas tensiones exploten antes de consolidar su modelo económico.
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